Hoy estoy muerto, fue ayer que me mataron.
Hoy estoy vivo ¿ayer me resucitaron?
¿Estoy muerto ó estoy vivo?
Si estoy vivo respiro,
Si estoy muerto suspiro.
Vivir es amar….
Amar es morir….
Y morir…
¿Qué es morir?
No lo sé y para descubrirlo hoy quiero vivir.
Parado en medio de la niebla siento ganas de moverme.
Pero no sé a dónde dirigirme, desconozco éste entorno
Si me muevo hacía un lado me siento devorar por paredes con mil bocas.
Si me muevo hacia el otro siento perderme en un vacio interno.
¿Qué hacer? ¿Dónde ir? ¿En qué pensar?
No sé por cuanto aguantare ó si al menos pienso en resistir
Ésta niebla invade mi ser y se va acoplando al más profundo de mis rincones.
Llenando mis venas con desesperación.
Cubriendo mis poros con incertidumbre.
Sintiendo la piel caer pedazo a pedazo y de pronto…
¡No hay nada!
Sólo éter.
Vacio mezclado con caos.
La calma que prosigue a la tempestad.
Suave brisa en lugar del tifón.
El calor de mi humanidad.
Tranquilidad.
No tengo ganas de moverme.
Me quedo inmóvil.
Parado en medio de la niebla.
El insomnio me ataca de repente. Curiosamente no lo siento en cuanto llega sino cuando sus primeros estragos se manifiestan. Las ojeras son lo menos, la neurosis es lo más. Se camina en automático, el cuerpo se adormece en el día pero los párpados no cierran de noche.
Alguna vez escribía en esas noches de insomnio, pero sólo aparecían teorías de conspiración, amores frustrados, viejos traumas reprimidos, creo que la falta de sueño sólo despierta el lado oscuro de mi subconciente, el cual verdaderamente prefiero que se quede dormido.
He avanzado un poco, ya no me desespero, no golpeo la almohada y no veo películas pornográficas ni leo textos de Maquiavelo.
Ningún té, pastilla, almohada, cambio de escenario, música de cascadas ni pijama de franela me ayudan a poder dormir, casi todo en el mercado ha sido probado por mí, que me autodesigno como conejillo de indias para cualquier remedio que prometa unas horas de sueño.
Lo peor es saber la respuesta. No poder echarle la culpa al café o al estrés en el trabajo, a la luna, al colchón, porque nada de eso es cierto. La verdad es que tengo una imposibilidad crónica para dormir sola, me pierdo en el abismo de tu mitad de la cama vacía que con nada (ni con nadie) lleno. Me quedo adormilada y luego por instinto despierto en medio de la noche a buscarte encontrando sólo las sábanas revueltas mudas testigos de mis pesadillas previas.
El insomnio tiene nombre y se llama soledad ... y no hay nada más corrosivo que vaya achicando el espíritu poco a poco que la sensación de no tenerte, de estar incompleta, es espantoso, pero absolutamente cierto.
Mi cuerpo tiene una terrible malilla, malilla de tí ... me urges, te necesito.
Desde ayer y aún sin saber el por que,
me perdí, hoy no entiendo que es.
Te pienso, te sueño pero no te imagino.
Quisiera decirlo pero tampoco me atrevo,
te deseo, sí, te deseo,
pero no sé si te quiero,
Creo que no por que alguna vez me juré jamás hacerlo.
¿Amor? Ja ja, me rio, ¿qué es el amor?
¿Acaso es esto que siento por ti?
¿Y para qué? Si tú cuando sepas sólo te burlarás,
te reirás tú, se reirán las paredes,
me reiré yo y luego lo negaré.
Entonces no me aferro a algo imposible
donde lo único es que lo olvide,
que te olvide a ti, a mí
y sobre todo, al día de ayer.
Yo aquí, tú allá.
Un norte y un sur,
el día y la noche.
Extremos que nunca se tocan,
dos nudos en una misma cuerda,
una dirección con dos sentidos.
Sentidos del bien y del mal
de lo correcto y lo erróneo.
Uno con otro, otro sin su uno.
Un vals entre el sol y la luna,
un eclipse, dos segundos y adiós.
¿Por qué no puedo tenerte?
¿Por qué no puedo dejarte?
Extremos eternos como la vida y la muerte,
dos caras de una misma moneda.
Tan juntos y tan distantes,
uno al lado del otro,
dos rostros que nunca se pueden ver.
Atardecer y amanecer,
Este y Oeste,
yo aquí y tú allá.
Quisiera solamente decir te amo
sin querer saber de otras cosas de vida.
Quisiera solamente pensar estar contigo
sin molestarme a causa de esos problemas
de incomprensión,
de rebeldía,
de ser casi
como noche y día,
como aceite y agua,
como gemelos
total iguales, total distintos.
Al fin juntos el destino ha pronunciado,
¿Porqué aferrados seguir negando?
¿Porqué tachando lo innegable?
¿Porqué saltando realidades?
¿Aceptas? ¿Acepto?
Sí. Deseo, acepto y no acepto,
me niego y no puedo
no hay más no en mi miedo.
Sí, acepto.
Te acepto.
Lo acepto.
Acepto dejarte urgar en mi tiempo,
acepto adaptarme a tu viento.
Pero, ¿sabrá Dios?
¿Tú harías eso por mí?
¿Irías tú viento con viento a un paso?
A nuestro paso, a una sóla vida...
¿Podremos conjugarnos en vida?
Difícil mezcla pero al final,
sólo nuestras mentes, sentimientos y placeres.
Desbordándose, soportándose,
alabándose... Amándose.
Disfrutando de cada momento por la magia
de dos que son uno, de uno que son todo.
Así somos, fuimos y seremos.
Tú y yo: verbo, punto y final.
Soy la sombra de mi mismo, un reflejo de aquel que te amó.
Soy el eco de mis pensamientos y el sonido que tu voz despreció.
Soy pasado y tiempo transcurrido, un recuerdo de quien te olvidó.
Sólo un punto en tu destino, pero cariño, el destino soy yo.
***
Te parece que soy bonita?
-No, eres hermosa, absolutamente hermosa.
Alguna vez me has odiado?
-Sí, muchas
Te aburro?
-Ahora mismo no, pero sí me has aburrido.
Te excito?
-Siempre, un poco menos cuando me aburres y un poco más cuando te odio.
Crees que alguna vez me llegues a amar?
-Posiblemente
No sé quién inventó tal cosa como las respuestas sinceras, pero al mismo tiempo de ser refrescantes pueden ser profundamente dolorosas.
Esta mañana vi un arcoiris y me comí un pastel de frambuesa. Bocado a bocado me reconfortaba y me devolvía las esperanzas que ahora estaban todas concentradas en el tenedor que transportaba ese postre para el alma hacia mis labios. Ahora ya nada podía pasar porque después de la tormenta viene la calma, acompañada de un postre y unas tantas calorías.
Y no me olvido del arcoiris. Hacía mucho que no veía uno. Y cada vez que un arcoiris aparece frente a mis ojos, a pesar de qué sé su origen lógico y tangible no puedo dejar de imaginarme la olla repleta de oro que quizá se encuentre allá donde termina. Puede que exista, o ¿acaso alguien ha llegado al final del arcoiris para demostrar lo contrario?
Y sigo pensando en el arcoiris. Y caigo en cuenta que los arcoriris se forman cuando está terminando la tormenta y el sol comienza a salir de entre las nubes. Suena a cursilería barata, lo sé. También sé que llegan momentos en la vida donde esa cursilería nos cae de maravilla, tanto como un beso de la madre el primer día de clases, o un beso de quien te ama.
Termino mi pastel y se queda la calma.
Alguien me comentó que lo que escribo es porque me aferro a lo que alguna vez sentí. Si bien reconozco que desde hace algunos años no he vuelto a sentir con la intensidad que se siente a los 18, o con la pasión que se vive a los 22, es cierto que siempre tenemos sentimientos y vivencias que luchan por salir a flote. Esta mañana quise darle un giro a mis ideas y en lugar de plasmar sobre lo que ya viví quise escribir sobre lo que ahora estoy o tal vez en lo que quisiera estar; ese tema universal en el cual todos queremos creer aunque a veces no nos guste o nos cueste asimilar. Sí, hablo del amor.
El amor… ¿Qué puedo decir de él que no se haya dicho ya? Acaso es cierto que es un tema tan hablado que ya no presenta ninguna novedad o es sólo mi mente que se niega a formular una sola idea a su favor e incluso ha invitado a mi conciencia para que haga lo mismo con las ideas en contra. Después de unas horas de reflexión, creo que necesito un café, pienso si el amor es algo que no pasa de moda ¿por qué el romanticismo se ha vuelto obsoleto? Si algunos todavía mantenemos esperanza de que llegue un príncipe blanco, azul, verde o cualquier color que esté de moda, ¿por qué a la primera muestra de interés hacia nosotros salimos corriendo? Es acaso que estamos tan inmersos en esta ciudad tan cínica que dudamos de la autenticidad del detalle o ya con tantas partidas de madre al corazón nos estamos volviendo incapaces de sentir.
En cuanto a cuestiones de amor se habla, aún si creemos que lo hemos vivido todo antes de los 30, nadie resulta experto y nadie sale ileso de ese choque, muchas veces nuestro afán por no sufrir hace que nos mantengamos distantes, o miopes, a su presencia. ¿Sufrir? Sé que nadie quiere sufrir, pero ¿Cuál es el punto de usar una armadura si ésta a la vez mantiene lejos el amar? Yo preferiría sangrar mil veces a dejar de querer y es que aún no concibo la vida sin un motor que nos aliente a ser.
En un antro o en un café ya sea en miércoles o un sábado como cualquier otro, se reúnen varios amigos a intercambiar ideas, chismes, novedades de sexo y claro, siempre habrá alguno que mantenga la ilusión de conocer a alguien, alguien que si bien puede no significar lo que el amor puede ser, te haga sentir como lo sentiste a los 18, y a volver a experimentar lo que viviste a los 22. Mientras la esperanza continúe es signo de que el amor nunca se marchó. Entonces te pregunto si el amor no se perdió ¿Por qué no podemos encontrarlo?
A veces quisiera que todo fuera como cuando me quedaba por horas viendo esas lámparas de colores, jugando competencias contigo a ver quién las contaba más rápido, eligiendo una favorita, mientras fumábamos tirados desnudos en la cama tomados de la mano, sin expectativas, con el tiempo detenido y el espacio relativo.
Ahora todo es mucho más complicado, todo se tuerce y se retuerce sin que tú ni yo podamos hacer algo al respecto. Tu depresión y mi neurosis, tu profundidad y mi espontaneidad, a veces se mezclan perfecto y a veces resultan tan irreconciliables.
Yo no soy de cosas fáciles, me gusta el reto y lo que exalta los sentidos y la imaginación. Prefiero la angustia y la tristeza desgarradora, el éxtasis y la felicidad que sobrecoge el corazón, la intensidad a lo mediocre.
Hoy como siempre te siento, te extraño y te pienso. Hoy como siempre necesito tu abrazo, el sonido de tu voz, despertar con tus besos, ver tu chamarra colgada sobre la silla, tus botas al pie de la cama, tu olor que se confunde con el mío y con el del sexo, con el de las flores que pongo en el jarrón y el cigarro que fumas en el balcón.
¿Cómo puedo pedirte que te marches?
Si fuiste tú quien devolvió la luz a mi vida, sí fue por ti que reí otra vez…
Si contigo reviví el romance y conocí la infidelidad…
Sí, fui infiel, me engañe a mi mismo y te hice creer que no era nada cuando en ese momento lo eras todo.
¿Cómo puedo pedirte que te marches?
Si hoy ya no estás aquí y de ti sólo tengo 3 recuerdos, tu sonrisa, tu mirada…
Tus besos, esos juegos…
¿Cómo puedo pedirte que regreses?
Si tu allá ya has hecho tu vida, una vida en la que mi lugar lo ocupa otra voz,
Si ya no piensas en mi, y mis besos los opaco otro sabor.
¿Cómo puedo pedirte que regreses?
Si aún te pienso y desde adentro lo niego…
Sé que quiero verte… sé que volveré a verte…
Si 10 veranos pasaron y yo hice otra vida…
Si hoy no te pido que te marches… no te pido que regreses.
No es la primera vez que publico pero siento nervios de primeriza cada vez que escribo un texto que será publicado en algún lugar nuevo. Imagino a mi lector, imagino sus reacciones, pienso en si le gustará o le conmoverá mi texto, si le provocará una sonrisa, alguna expresión, o si se aburrirá a la segunda línea. Pero luego pienso un poco mejor las cosas y decido hacer lo que siempre hago, ser una egoísta en la escritura y escribir sólo para mí, lo que a mí me parezca en el momento que debo decir, ser fiel a lo único a lo que sé serle fiel que es a mí misma y decir lo que quiera decir en la forma que me nazca.
Cuando reviso mis textos de hace algunos años veo que mi técnica ha evolucionado y eso siempre es bueno. Pero el estilo se ha mantenido, algunas veces son crónicas imaginarias y a veces reales, qué es lo real y qué es lo imaginario? Eso será una tarea del lector. Para mí todos los textos que escribo son tan verdades como mentiras. Son reales porque están basados directa o indirectamente en alguna experiencia propia y son ficticios porque son como una fotografía alterada, que retrata algo real pero con la luz y la exposición mediadas por un lente, mi lente en este caso.
No tiene mucho caso hablarles de mí porque me irán conociendo a través de los textos de alguna u otra forma siempre permeo en lo que escribo. Mis obsesiones son muchas para enumerarlas, mis demonios pocos pero eternos como en muchos, mis vicios los más ordinarios, el alcohol, la lectura y el sexo, los viajes son mi desfogue hedonista por naturaleza. Soy Libra, a fin de cuentas soy una hedonista total, todo lo que sea placer en esta vida me llama y es mi debilidad. Los pasteles son un placer, pero a veces también me gana la vanidad y limito la gula por la vanidad o la lujuria, unos por otros.
A lo largo de mi vida que no es ni larga ni corta sino bien vivida, he escrito sobre muchos temas, textos disque académicos, reportajes, crónicas periodísticas, crónicas de viaje, cuentos cortos, artículos de sexo y de moda. Mis textos son tan versátiles como yo, siempre son perfeccionables y siempre se quedan incompletos, hay tanto qué decir en mi cabeza.
Bienvenidos sean a este espacio, a mis letras que son suyas desde su primera lectura, a este esfuerzo de gente distinta que busca crear un punto de encuentro de aquellos enamorados de las letras. Gracias por su visita, espero encontrármelos por aquí muy seguido.
Una vez más estoy solo,
sólo con mis miedos,
sólo con mi frustración,
sólo con mi soledad
la brisa me trae el recuerdo de lo que un día fue
el viento se lleva la imagen de lo que nunca ocurrió
el aire transforma todo…
todos mis miedos
toda mi frustración,
toda mi soledad
y cuando me doy cuenta que todo pasa, nada pasa…
Sólo estoy solo.
Los sueños, aquellos que por momentos vemos tan distantes, se hacen realidad; se hacen palpables. Se pueden ver y se pueden tocar. Se puden oler y se pueden vivir. Los sueños son reales tanto como uno los desee y haga que sucedan.
