julio 13, 2009

Sobre el césped podado ...

Cuando pensé que ya todo lo había probado llegué a un terreno virgen ... desconocido, lleno de mitos y miedos, territorio peligroso.

Sí ... aunque usted no lo crea a mi edad y en mi condición de mujer gustosa del sexo, del coqueteo permanente y la ropa interior de encaje pues noooo nunca he probado la depilación con cera.
Sí, lo sé, quizá soy heredera de un pasado de arquetipos femeninos donde los vellos cubrían cierta función o no habían sido eliminados del cuerpo en el paso de la evolución por alguna razón que Darwin no dejó muy clara pero que era lo clara suficiente como para las abuelas y madres de generaciones anteriores.

Mi generación usa píldora del día siguiente, tiene maestría, puestos de alto nivel, son dueñas de su cuerpo y de su vida, de su destino, y aún así, me ha costado un terrible trabajo de investigación poder saber a que me enfrentaré en mi próxima cita en el spa.

Muero de miedo, de nervios. Mi tolerancia para el dolor es verdaderamente mínima, nada, todo me duele por vieja, por dormir, por caminar, machucarme un dedo, pincharme con una aguja, todo me duele, lo único que soporto es el dolor de los tacones de 12 centímetros o de un maratón de sexo ... son los únicos dolores que resisto, pero no dejan de doler.

Me preparo psicológicamente, veo videos, leo artículos, examino ¨diseños¨ para poder elegir el que vaya mejor con mi ¨personalidad¨. La verdad es que ni el ¨mohawk¨ ni el ¨corazón¨ ni la ¨pista de aterrizaje¨ me animan, creo que aprovecharé el gran paso de estar en aquella mesa con aquella desconocida enseñándole lo que sólo enseño por placer y no por obligación para evitar elegir de un menú de diseños y aventarme a que lo quiten todo, que me desnuden completa y eliminen todo de mí.

No quiero la ¨light¨, no quiero que me deje nada, y usted no haga ruido, no me hable bonito, no intente bromear que esto es asunto serio y que en esta posición trataré de ser lo más seria posible pese a mi bochorno y pudor irremediable.

Mi generación la de la liberación femenina, la de mujeres dueñas de su destino, amazonas, matriarcas ... y que pagan por 30 minutos de dolor extremo por la vanidad más íntima. Irónico lo sé, pero irremediable.

Todo sea por estrenar un conjunto nuevo de La Perla y dejarlo en silencio cuando me despoje de él... bienvenido a la nada, al desierto, piérdete en mí.

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