mayo 18, 2009

Llamada perdida



Son las 10.45 de la noche. Veo plácidamente el noticiero de López Dóriga y ya no sé si lo hago para enterarme de las sucesos diarios del país o para amargarme la vida. ¡Ah como son fatalistas lo medios hoy en día!

De repente, un ruido. Esa abstracción de mi mente en la televisión hace parecer que es un ruido distante hasta que regreso de la amagura de las notas. Reconozco el titiri ri ri de mi celular. Éste está en otra habitación por lo que corro despavoridamente a contestarlo. Si hay algo que detesto en la vida después del amarillismo televisivo es sin duda, perder una llamada.

Llego por supuesto después de darme un golpe en la espinilla contra la cama. ¡Ah como duelen esos golpes... Pero seguimos teniendo camas con esquinas! Me aguanto el dolor y cuando estoy a punto de tomar el celular de mi buró, deja de sonar. En ese momento los sentimientos de cólera y frustración comienzan a subirme a la cabeza como pasando en velocidad incluso al dolor del golpe. Paniqueado, tomo el celular y veo ese terrible mensaje: "1 llamada perdida".

Y es que odio las llamadas perdidas porque odio la incertidumbre. Veo el número y no lo tengo registrado. ¡Vaya! Ni siquiera es un número de la ciudad. Con esto mi mente empieza a volary llegan los odiados "si hubiera": Si hubiera contestado el celular sabría quien llamó... Si hubiera tenido el celular a la mano no me hubiera pasado esto... Si hubiera escogido otra cama no tendría este jodido moretón...

Quien llamó no lo sé. Intenté regresar la llamada y nadie nunca contestó. Mil personas pasaron por mi mente. Eso me llevó a pensar cuántas "llamadas perdidas" hubieron en mi vida. Esas experiencias que no se viven simplemente por no estar ahí. Pero por el contrario, no somos Dios para estar en todos lados. Y si lo fuéramos sería bastante aburrido porque siempre estaríamos en todo sin perdernos de nada. Y si no nos perdemos de nada la imaginación no vuela, como con una llamada perdida.

2 comentarios:

AcinonyxJubatus dijo...

Es lo mejor que he leído en el blog. Comenzó rebuscado y rimbombante, pero mejorando con cada palabra nueva. Me ha hecho sonreír.

Yörch dijo...

Mil gracias! Los comentarios son como moneda de pago para nosotros. A veces es mucho más difícil sacar una sonrisa que una lágrima. Saludos!

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